MARCHAS DE PALIO -I-

miércoles, 11 de abril de 2012

OTRA MADRUGÁ MÁS.

Acabada la Semana Santa y aún con la resaca de estos días de ajetreo entre comidas a deshoras, falta de sueño, emociones y sinsabores, es quizás la hora de hacer balance de “nuestra semana santa”, la madrugá que nos ha tocado vivir en este año 2012.

Estábamos en primavera y pasando calor, pero la madrugá se presentó lluviosa, ventosa y con una sensación térmica más propia del invierno. Todo indicaba que este año nos quedaríamos en la Parroquia, un hecho que por desgracia viene ocurriendo con cierta frecuencia en los últimos años. Mejor así a tener que volver, por culpa de un chaparrón, deprisa y corriendo.

Eran las cuatro y media cuando se anunció que este año no saldríamos a la calle a realizar Estación de Penitencia, procediéndose seguidamente a la lectura de La Pasión. Después se inició la subida ante el Altar Mayor de ambos pasos, con los sones de dos marchas procesionales cada uno (por indicación del párroco). Puertas abiertas y cada uno libre para quedarse junto a los pasos (con la cera encendida) hasta las nueve de la mañana o para irse a casa y descansar.

Llamó poderosamente la atención que much@s herman@s se quedasen en casa ante la climatología adversa y la previsión de no salir, después de lo que el cielo descargó entre las once y media de la noche y las cuatro de la mañana, pero ¿si se hubiese decido salir con un poco de demora? …. "mejor no pensar en ello".



Muy correcta la cuadrilla de JESÚS, completa, andando de frente, con elegancia, con finura, sabiendo hacer las cosas despacito y muy bien, aguantando los kilos por igual, con una bajá de esas que te llevan a recordar aquellas levantás a pulso ante el convento. Excelente trabajo en una GRAN CHICOTÁ, casi interminable, que ofrecieron a su PADRE con todo el respeto que se merece, con todo el cariño que le tienen y con la pena de no poder haberlo repetido durante 38 veces más a lo largo de la madrugá.

Sobre la banda del paso de Jesús, sin comentarios; ellos van por libre.

Muy bien trabajadas las dos marchas que “el Carmen de Granada”, siempre dispuesta y atenta a nuestras peticiones, ofreció al DULCE NOMBRE. Muy fino el trabajo de sus costaleras, despacito, sobre los pies, elegante, sin que el palio les pudiese, aguantando al varal y creciéndose ante un paso de los que se “dejan caer” y eso ellas lo saben bien. Algunas ausencias pudieron haber dado un susto si se hubiese salido, pero dejémoslo en una anécdota.

Con ambos pasos descansando en el lugar de partida, el himno nacional que “el Carmen” ofreció a Nuestros Titulares, puso el broche final a una madrugá de templo y no de calle. Una madrugá presentida, madrugá de reflexión, de esas que dejan más tiempo para pensar que para emocionarse, para hacernos ver que las cosas, aunque nos cueste entenderlo, no siempre son como nosotros quisiéramos.

Aprendamos de aquello que decimos cuando rezamos: "hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo" y aceptémosla sin condiciones, pues no debemos olvidar que la madrugá es Cofradía, pero todo el año es Hermandad. Vivamos todo el año con la ilusión de vivir la madrugá.