Os dejo un par de pellizcos, de esos que da una MADRE cuando te encuentras con ELLA a solas y te llegan al corazón.
Eres la Madre amorosa
que me procuras consuelo,
dejándonos en tus ojos
para siempre prisionero.
Nimbaste a tu Hijo
camino de la cruz,
cómo se llenó de Luz
con tu Dulce Nombre de Amor.
Se mitigó tu dolor,
y tus lágrimas al mirar
Jesús Nazareno hubo de pensar,
transido por nuestras culpas,
que es menos triste caminar
entre mofas y burlas,
que ver esos Dulces ojos llorar.
¡Qué
bella estás madre mía
cuando a
solas te contemplo!
en mi
mismo recogido
confesándote
mis sueños.
Que
radiante estás entonces
cuando a
tu altar me acerco,
en la soledad desierta
que se
respira en tu templo,
en esa
hora que parece
que
hasta se detiene el tiempo,
para que
a solas contigo
me
entreabras ese cielo,
que me
parece distinto,
que
descubro, ni que veo,
que una
ilusión brota
en el
fondo de mi pecho,
que mis
pasos vacilantes
descubren
nuevos senderos,
y que
resurge el alma
al mundo
del sentimiento.
¡Qué
bella estás Madre mía
cuando a
solas te contemplo!
sin que
nadie sea testigo
de ese
suspirante rezo,
que sin
palabras, mis labios
musiten
en silencio.
¡Qué
bella estás madre mía
Cuando a
solas te contemplo!
*Dedicado especialmente a l@s enganchad@s al blog.
*Dedicado especialmente a l@s enganchad@s al blog.