Una marcha que ya es tradicional en la subida de la Escaleruela cada Viernes Santo es -Cristo en la Alcazaba-. Que bien anda un paso con estos compases, cuánto sacrificio hay bajo esos faldones, cuántas dudas, ... pero al final podemos ver la recompensa al trabajo, a la confianza y a la entrega total, sin condiciones, pues nadie nos obliga a ser costaleras. Sólo Nuestra Fe nos pide que seamos testigos y que prediquemos en silencio, porque caminando por las calles de nuestro pueblo también se evangeliza.
Si se quiere, está claro que se puede, y a la vista está, pues tras cuatro horas de penitencia aún quedarían fuerzas para seis chicotás más, las que nos restaban hasta dejar a Nuestra Madre de nuevo en su templo.
Seguid siempre con la misma ilusión, creciendo en la Fe y madurando en el trabajo, pues esto no ha hecho nada más que empezar.
