MARCHAS DE PALIO -I-

lunes, 26 de noviembre de 2012

UN VALIENTE.

Os traslado el testimonio de un valiente costalero (poc@s se han atrevido) que ha querido expresar lo que le llevó a pertenecer a esta cuadrilla y lo que siente cada Viernes Santo bajo el paso de Nuestro Padre Jesús Nazareno.


- Resulta que yo sentía ganas de ser costalero del Nazareno pero no me atrevía a dar el paso porque lo veía como algo que te tenían que invitar o meterte por alguien que se saliera. Cuando pude entrar y me dijeron donde iría colocado y empecé a andar, todos juntos al ritmo de las marchas de cornetas y tambores, ya me corría el gusanillo por dentro y el primer año que salí y encima me tocó sacarlo de rodillas, eso fue inolvidable.

- Desde fuera se ve una cosa, pero desde dentro es un mundo diferente y se siente muchas más cosas y más profundas, de esas que te llegan, no al corazón sino al alma. Te da tiempo a pensar en todo lo que te ha pasado en este año y aunque el peso se va notando cada vez más, cuando llegamos a la escaleruela parece que empezamos de nuevo. Ya no piensas en el peso sólo en que el camino se va acabando y pronto lo dejaremos otra vez en su casa. Te creces en la trabajadera y quieres ir más despacio. Al final, cuando culminas la última chicotá del viernes santo y dejas el paso en su sitio, sientes una felicidad enorme y cuando te abrazas a cada uno de tus compañeros y a los capataces las lágrimas que te salen son lágrimas de felicidad por lo que has vivido.

- Cuando pruebas a  meterte debajo de Jesús Nazareno, ya no puedes salirte, es algo tan grande lo que te da ese trabajo de costalero y el poder llevar sobre tus hombros la imagen de Jesús,  que no puedes echar marcha atrás.

- Mientras la salud me acompañe yo estaré ahí para seguir sacando a Nuestro Padre Jesús  cada madrugada.